El maduro galán llega ante el gran portón de oro, se acicala el cabello, se arregla el traje. No sabe en donde se encuentra, pero no se siente fuera de lugar, se dirige ante la persona que tiene frente a el y le dice: “Dime, Sócrates, tengo alguna llamada?” el Guardián de las Puertas del Cielo lo mira de arriba abajo y le dice “No soy Sócrates, soy San Pedro”. Mauricio se acicala el bigote, saca del saco un paquete de cigarrillos, y ante la atónita mirada de las miríadas de ángeles, lo enciende, a la vez que responde:”Si, me imaginé que no eras Sócrates, yo jamás permitiría que mi mayordomo anduviera en esas fachas”. Examina de arriba abajo su nuevo y eterno hogar, y de repente, su mirada se topa con una puerta entreabierta, desde donde se alcanzan a escuchar voces femeninas y algunos sollozos. Se dirige a San Pedro y le inquiere”Y allí que hay?” Pedro le responde: “Es el Cielo de las mujeres que murieron solteras” Mauricio se queda pensando un segundo, y mientras se dirige a paso decidido y firme hacia la puerta, le dice (casi le ordena a San Pedro):”No me pases ninguna llamada, que nadie me moleste, solo tráeme un buen vino, caviar y algunas frutas……las voy a hacer pedazos”. Los ángeles se quedan atónitos, cuando de repente Pedro recibe una llamada del Señor. Contesta apurado el teléfono y antes de decir palabra, escucha la voz del Todopoderoso decir: “Si, ya se que llego Mauricio, ahora si, esas mujeres estarán de verdad en el Cielo”
